"LA MUJER DEL ARQUITECTO"
Leyenda del Puente de San Martín
(También conocida como "La Mujer del Alarife")
El puente de San Martín, que antaño servía de acceso a una de las
puertas de entrada a la muralla toledana, fue levantado en el siglo
XIII en sustitución de otro que hubo más abajo, cuyos restos son aún
visibles y que fue destruido por una gran crecida del Tajo (se
encuentra en el paraje conocido como La Cava, lugar de otra conocida
leyenda toledana)
La construcción, que tuvo que ser restaurada con frecuencia en siglos
posteriores, está catalogada como un buen ejemplo de arquitectura
militar de la época. Se llega a ella desde la zona conocida como "la
Coracha", un término militar de la Edad Media procedente del árabe
(como tantas otros lugares de Toledo) con el que se denominaba el
espolón de muralla o cortina amurallada que, saliendo de la misma, por
lo general de una zona avanzada partía en terreno en dos hasta llegar a
un río o precipicio de manera que impedía el sitio total de una ciudad
y permitir a los sitiados llegar a una fuente de agua. Cuenta este
puente con robustas torres, así como airosos arcos que salvan el cauce.
Sobre la clave central de uno de ellos, en un hueco tapado por la
vegetación que ha ido creciendo espontáneamente en los resquicios de
las piedras, se encuentra una hornacina que guarda la talla de una
mujer, protagonista de una hermosa leyenda.
Habían pasado más de treinta años desde que el puente quedara muy
dañado durante las contiendas entre Pedro el Cruel y Enrique de
Trastámara, cuando el arzobispo Tenorio decidió acometer una ambiciosa
reforma de la obra y mandó llamar al mejor arquitecto de la época, que
al poco tiempo llegó a la ciudad y comenzó su tarea con verdadera
pasión.
El ahínco de los obreros y el apoyo de los toledanos, deseosos de ver
concluida la edificación, hizo que llegara el día en que ésta tocaba a
su fin. Pero la tarde anterior a la fecha en la que debían quitarse los
andamiajes que sujetaban la obra, el arquitecto se mostraba muy
preocupado y, al llegar la noche, salió de su casa sin querer dar
ninguna explicación a pesar de las preguntas de su esposa.
Fotografía del Puente de San Martín por Dálmata (Flickr.com).
Cuando regresó estaba pálido como un muerto y se encerró en su estudio llorando desconsoladoramente. Ante la insistencia de su mujer, por fin accedió a explicar que había cometido un gravísimo error de cálculo, y que en el momento que se quitaran los andamios para inaugurar el puente, éste se vendría abajo con todos los que estuvieran sobre él. Tampoco era capaz de acudir al arzobispo a contarle lo que había sucedido porque la noticia correría por todo el reino y jamás volvería a encontrar trabajo. Tras su confesión, continuó llorando amargamente y la mujer estuvo un rato pensativa hasta que, con gran resolución y viendo todo su futuro y el de su familia en entredicho, cogió una tea y salió de la casa.