Siete Picos 3D training CCL

El último jueves de septiembre y la última tarde libre de diario. Tenía que probar una ruta de trail por el guadarrama, para entrenar el cross de cuerda larga, y se me ocurrió que siete picos (o la sierra del dragón como la llegaron a llamar en los inicios) podía ser una buena idea. Pasaban ya las cinco y media cuando el corredor enfilaba desde el dos castillas hacia los cogorros, para doblar en la terminal del escaparate hacia el camino schmid. Aunque el camino discurre por la umbría y el pinar es cerrado la temperatura era agradable y el corredor lo agradecía. Estaba de buen humor y saludaba a los bicicleteros que se cruzaba. El corredor conoce bien el camino y para llegar a la fuenfria tomaría la variante de los cospes para enlazar con el camino de lumbralejos. En la fuente de la fuenfría bebían unos caballos. La tarde era clara y fresca y el corredor quería enfrentarse ya a fuertes pendientes, por lo que no pudo evitar pillar el camino del cerro minguete. Desde la cima se pueden sacar buenas fotos, pensó. Descendió, por el mismo camino a la fuenfria y por la pista de la república se acercó hasta la fuente de ruiz velasco para subir al cdo ventoso, de nuevo por el camino schmid. Al corredor le mola hacerse fotos, y en el collado ventoso sacó un par de ellas. Además, un descanso no le venía mal antes de afrontar el tramo más duro, la ascension a siete picos. Llegó arriba exhausto con ayuda de sus bastones. Se enfrentaba ahora a la parte más técnica, pero más bonita. Al corredor le molan mucho las fotos y sacó una de la ventana del diablo, que siempre le había cautivado. Alcanzó el último pico (el primero, técnicamente hablando), hizo foto (por supuesto) y bajo hacia el telegrafo con los tobillos reventados (el corredor los tiene delicados). Miró de reojo a la virgencilla del cerro, y a pesar de ser ateo, pensó que estas virgenes montañeras protegen a los corredores y a los andarines que pasan por estos rincones. Al corredor le gusta recordar, y bajando hacia el puerto, aquellos sonidos le parecían el repicar de las azuelas y piquetas, que por san martin, el buhonero, trajo de navalazor.