Se concreta en recortes en los gastos y las subvenciones y subidas de impuestos a los madrileños para atajar el déficit y la deuda con proveedores, reconocida como la mayor de los ayuntamientos españoles.
El recorte implica que los madrileños paguen más por las instalaciones deportivas, por los centros culturales, por el coche o por aparcar en la calle.