Un pequeño infierno en el inmenso cielo-June Marin B.D - Heaven & Hell (sitios de interés)

Descripción del sitio

¡Vaya sitio! A este espacio limitado por cuatro tabiques no se le puede llamar ni cuartucho.


        A mi espalda, la puerta corrediza que acabo de cruzar para llegar a este infierno.

        Enfrente, un pequeño espejo cuelga de la blanca pared como si se tratase de un cuadro. Sin embargo, en vez de mostrar lo que un artista decidió representar con suma delicadeza, es el reflejo de una aterrorizada muchacha que se encuentra al borde del desmayo. Se trata de una muchacha de tez pálida y ojos verdes, con pelo oscuro despeinado por las largas horas de viaje. Una imagen muy familiar para mí. Bajo el espejo, un pequeño lavabo, diseñado para impedir que los pasajeros rellenen sus botellines con el fin de que gasten dinero en agua. Por tanto, bajo el espejo no veo más que una pequeña muestra de la codicia del ser humano.

        A mi derecha, una blanca pared. No tiene nada: ni azulejos, ni cuadros, ni espejos… absolutamente nada.

        A mi izquierda, un ordinario inodoro blanco me ofrece la posibilidad de sentarme. Debido al mareo y al temor, prácticamente me dejo caer sobre el retrete. En esos momentos, el frío y duro inodoro se convierte en el mejor de los sillones, para que yo, su dueña por unos minutos, pueda gozar de su comodidad.

        Sentada como un rey se sienta en su trono, me dedico a observar la pared que ahora se encuentra enfrente de mí. Qué blanca es. Con un poco más de espacio, se podría usar como pantalla para reproducir películas. Solo habría que colocar un proyector justo encima de mi cabeza. Sería una distracción más que satisfactoria. Pero, ¿acaso existe mejor película que la que está dirigida por nuestra propia imaginación?

        Un baño tan pequeño no me inspira más que agobio y terror. Agobio por no ser capaz de escapar de este sórdido infierno. Terror por los innumerables peligros que me rodean, sobre todo por la inmensa caída que tengo bajo el suelo que piso. ¿Cuántos kilómetros caería? ¿Quince? ¿O quizás veinte? Solo de pensarlo me entra un vértigo terrible, que hace que me sienta al borde del abismo. De repente, el suelo comienza a temblar estrepitosamente. ¿Y si no son simples turbulencias?

        La presión sube. Por consiguiente, me duelen muchísimo los oídos. Fuera de mi diminuta cárcel, es decir, fuera del baño, los demás pasajeros están mudos de terror. El avión atraviesa una fuerte tormenta de la que el piloto no parece saber salir. El pánico se apodera de mí al mismo tiempo que el piloto pierde el control. No hay nada que se pueda hacer, ningún sitio adonde escapar. No existe nada más que la blanca pared que se encuentra frente a mí. Caemos hacia el inmenso océano. Un final poco memorable, a decir verdad. Afortunadamente, esto me permitirá salir de este infierno rodeado de cuatro tabiques.

       

Menudo mareo, hasta tengo alucinaciones. ¿Cuánto tiempo llevaré en esta jaula? ¿Estarán mis padres buscándome? Me dispongo a levantarme de mi trono, cuando comienzo a escuchar voces en el exterior. Qué extraño…     


        Tres hombres encapuchados irrumpen en el avión. Van armados con ametralladoras. Uno de ellos se abra paso hacia la cabina del piloto, a quien mata sin el más mínimo reparo .De mientras, los dos restantes se encargan de amordazar a todas las azafatas. De esta manera, los tres hombres se proclaman dueños y señores del avión, por lo que todos sus pasajeros pasan a estar bajo su control. Quién sabe adonde se llevarán el avión, o cual será su objetivo.

        Sacudo la cabeza para deshacerme de esas horribles ideas. Con una increíble determinación, hago un esfuerzo sobrehumano para ponerme en pie. Una vez de pies, me siento incapaz de sostener mi cuerpo. Apoyo una mano en la blanca pared y otra en el espejo. Aguanto en esa posición durante unos minutos que se me antojan horas para finalmente abrir la puerta corrediza y salir lentamente del infierno. Qué fácil ha sido entrar en él y cuán difícil salir.

        Una vez fuera, regreso a mi asiento. A mi lado, mi padre ronca como si le fuera la  vida en ello. Mi madre, al contrario, continúa leyendo el periódico. Es realmente reconfortante descubrir que todo sigue igual después de haber pasado tanto miedo.

Mapa del lugar de interés Un pequeño infierno en el inmenso cielo-June Marin B.D

Panorámica interactiva con Google Street View

fotografía panorámica de Un pequeño infierno en el inmenso cielo-June Marin B.D, con el API de Google Street View

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