Infierno - Heaven & Hell (sitios de interés)
Descripción del sitio
A principios del año pasado, me tocó una beca del Gobierno Vasco para ir al extranjero en verano a estudiar inglés. El curso trataba de compartir la casa en la que me iba a alojar con una chica de Euskadi y dar tres horas de clase diarias en la casa en la que me alojaba.
Cuando llegó el día, tenía una mezcla de sentimientos que nunca antes me había pasado. Por una parte era la primera vez que iba a estar tanto tiempo fuera de casa y tenía miedo de cómo sería mi compañera. La había visto en fotos, pero nunca había hablado con ella. Por otro lado, tenía muchas ganas de ir para visitar sitios y conocer gente nueva.
En el autobús me senté con mi compañera que se llamaba igual que yo, Amaia. Estuvimos todo el viaje hablando y me di cuenta de que no tenía por qué preocuparme por ella. Después de aterrizar en el aeropuerto de Londres, tuvimos que coger otro autobús. Hasta ahí todo parecía normal, pero todo empezó cuando llegamos a la gasolinera en la que nuestros “padres” nos iban a buscar. Todos nuestros compañeros encontraron a sus familias pero nosotras no encontrábamos a nadie. El autobús se fue y decidimos dar una vuelta por la gasolinera por si encontrábamos a alguien. Al final, después de esperar quince minutos, vimos un coche rojo que venía a la gasolinera y ahí vino el padre de nuestra familia.
Cuando llegamos a la casa empezó lo peor, cenamos solas, ya que eran las ocho y media de la noche y ellos ya habían cenado. En la mesa había dos boles pequeños con lechuga, tomate y medio pepino, pero no tenían ni aceite ni sal. Nos miramos las dos y no sabíamos ni qué pensar, esa era toda nuestra cena. Pero cuando decidimos mirar a la decoración de la casa, nos dimos cuenta de que había unas quince muñecas de porcelana por toda la pared que nos estaban mirando.
En ese momento lo único que se me pasaba por la cabeza era la gente que me había animado para ir allí. Lo pasé tan mal en ese lugar, que lo quería era irme a mi casa. No sabíamos cómo era la familia ni como nos iban a tratar, aunque a pesar de todo al final nos lo pasamos muy bien.
Cuando llegó el día, tenía una mezcla de sentimientos que nunca antes me había pasado. Por una parte era la primera vez que iba a estar tanto tiempo fuera de casa y tenía miedo de cómo sería mi compañera. La había visto en fotos, pero nunca había hablado con ella. Por otro lado, tenía muchas ganas de ir para visitar sitios y conocer gente nueva.
En el autobús me senté con mi compañera que se llamaba igual que yo, Amaia. Estuvimos todo el viaje hablando y me di cuenta de que no tenía por qué preocuparme por ella. Después de aterrizar en el aeropuerto de Londres, tuvimos que coger otro autobús. Hasta ahí todo parecía normal, pero todo empezó cuando llegamos a la gasolinera en la que nuestros “padres” nos iban a buscar. Todos nuestros compañeros encontraron a sus familias pero nosotras no encontrábamos a nadie. El autobús se fue y decidimos dar una vuelta por la gasolinera por si encontrábamos a alguien. Al final, después de esperar quince minutos, vimos un coche rojo que venía a la gasolinera y ahí vino el padre de nuestra familia.
Cuando llegamos a la casa empezó lo peor, cenamos solas, ya que eran las ocho y media de la noche y ellos ya habían cenado. En la mesa había dos boles pequeños con lechuga, tomate y medio pepino, pero no tenían ni aceite ni sal. Nos miramos las dos y no sabíamos ni qué pensar, esa era toda nuestra cena. Pero cuando decidimos mirar a la decoración de la casa, nos dimos cuenta de que había unas quince muñecas de porcelana por toda la pared que nos estaban mirando.
En ese momento lo único que se me pasaba por la cabeza era la gente que me había animado para ir allí. Lo pasé tan mal en ese lugar, que lo quería era irme a mi casa. No sabíamos cómo era la familia ni como nos iban a tratar, aunque a pesar de todo al final nos lo pasamos muy bien.