Cielo- Amaia Serrano - Heaven & Hell (sitios de interés)
Descripción del sitio
UNAS VACACIONES INOLVIDABLES
El día 12 de junio de 2012, mi familia y yo cogimos un vuelo hacia Estambul, Turquía. Mi padre, mi madre, mi hermana y yo estábamos ansiosos por conocer esa gran ciudad, y por fin había llegado el día.
Llegamos a nuestro destino esa misma noche. Hacía una temperatura ideal y decidimos coger un taxi que nos acercara hasta el pequeño apartamento que habíamos alquilado. El día siguiente iba a ser un día duro, así que después de ver la casita, situada en un barrio céntrico pero nada turístico, lo que lo hacía especialmente encantador, nos acostamos.
Al día siguiente nos adentramos en las calles de la ciudad. Los meses anteriores al viaje mi padre preparó un itinerario para los días de nuestra estancia, por lo tanto, él fue nuestro guía. Este primer día visitamos el mercado de Fatih. Eran un montón calles abarrotadas de gente y artículos de todo tipo, pero debido al calor, la sensación térmica era de 47ºC aproximadamente, cambiamos nuestros planes. Decidimos dirigirnos al puerto para coger un barco y hacer un crucero por el Bósforo, el estrecho que separa la parte asiática de la europea de Estambul. La brisa hacía soportable el calor y disfrutamos muchísimo el paseo en barco. Había unas vistas espectaculares: se veían montones de mezquitas salpicadas entre las casas, hermosas villas a los pies del Bósforo con grandes jardines y algún que otro yate atracado al embarcadero, el Palacio Topkapi en lo alto de la colina dominando la ciudad turca...
Los siguientes días visitamos los sitios más destacables de Estambul. El Palacio Topkapi fue uno de los sitios que más nos impresionó. El Harén, donde vivían las mujeres del rey en una jaula de oro controladas por los eunucos. Tenía una decoración muy elaborada con preciosos azulejos e increíbles cortinas con hilos de oro y plata y adornadas con perlas. En otra sala estaba el tesoro del Sultán, entre cuyas joyas habría que destacar el “diamante cucharero”, que era del tamaño de un huevo de gallina. También había cantidad de esmeraldas, rubíes, topacios... engarzados en armas, ropa, cajas, tazas, teteras...
La Mezquita Azul, donde tuvimos que descalzarnos y las mujeres cubrirnos la cabeza para poder entrar, nos dejó boquiabiertos. Tenía unos colores preciosos, una enorme cúpula de la que colgaba una grandísima lámpara que alumbraba la mezquita...
También visitamos la Cisterna de Yerebatan, un antiguo depósito de agua con el que los habitantes de la ciudad se aseguraban tener agua potable en caso de guerra.
El Gran Bazar, nos encantó a todos. Las tiendas se agrupaban por gremios, costumbre de la Edad Media, por eso había una zona de joyeros, de jabones, de cachimbas, de lámparas... Los vendedores eran muy simpáticos y nos invitaban a ver los artículos que vendían.
El Bazar de las Especias era de mucho menor tamaño que el anterior pero igualmente espectacular. Al entrar, la presentación de los productos, los colores y los olores te atrapaban. Todos los vendedores cantaban sus productos y se nos acercaban sonrientes ofreciéndonos distintos tipos de deliciosos dulces.
Por último, visitamos Santa Sofía. Hoy en día es un museo que ha sido mezquita e iglesia cristiana y tiene una espectacular arquitectura, más si consideramos en el siglo que fue construida.
Nada impidió que pasaramos unas fantásticas vacaciones en esta ciudad turca que consiguió enamorarnos.
El día 12 de junio de 2012, mi familia y yo cogimos un vuelo hacia Estambul, Turquía. Mi padre, mi madre, mi hermana y yo estábamos ansiosos por conocer esa gran ciudad, y por fin había llegado el día.
Llegamos a nuestro destino esa misma noche. Hacía una temperatura ideal y decidimos coger un taxi que nos acercara hasta el pequeño apartamento que habíamos alquilado. El día siguiente iba a ser un día duro, así que después de ver la casita, situada en un barrio céntrico pero nada turístico, lo que lo hacía especialmente encantador, nos acostamos.
Al día siguiente nos adentramos en las calles de la ciudad. Los meses anteriores al viaje mi padre preparó un itinerario para los días de nuestra estancia, por lo tanto, él fue nuestro guía. Este primer día visitamos el mercado de Fatih. Eran un montón calles abarrotadas de gente y artículos de todo tipo, pero debido al calor, la sensación térmica era de 47ºC aproximadamente, cambiamos nuestros planes. Decidimos dirigirnos al puerto para coger un barco y hacer un crucero por el Bósforo, el estrecho que separa la parte asiática de la europea de Estambul. La brisa hacía soportable el calor y disfrutamos muchísimo el paseo en barco. Había unas vistas espectaculares: se veían montones de mezquitas salpicadas entre las casas, hermosas villas a los pies del Bósforo con grandes jardines y algún que otro yate atracado al embarcadero, el Palacio Topkapi en lo alto de la colina dominando la ciudad turca...
Los siguientes días visitamos los sitios más destacables de Estambul. El Palacio Topkapi fue uno de los sitios que más nos impresionó. El Harén, donde vivían las mujeres del rey en una jaula de oro controladas por los eunucos. Tenía una decoración muy elaborada con preciosos azulejos e increíbles cortinas con hilos de oro y plata y adornadas con perlas. En otra sala estaba el tesoro del Sultán, entre cuyas joyas habría que destacar el “diamante cucharero”, que era del tamaño de un huevo de gallina. También había cantidad de esmeraldas, rubíes, topacios... engarzados en armas, ropa, cajas, tazas, teteras...
La Mezquita Azul, donde tuvimos que descalzarnos y las mujeres cubrirnos la cabeza para poder entrar, nos dejó boquiabiertos. Tenía unos colores preciosos, una enorme cúpula de la que colgaba una grandísima lámpara que alumbraba la mezquita...
También visitamos la Cisterna de Yerebatan, un antiguo depósito de agua con el que los habitantes de la ciudad se aseguraban tener agua potable en caso de guerra.
El Gran Bazar, nos encantó a todos. Las tiendas se agrupaban por gremios, costumbre de la Edad Media, por eso había una zona de joyeros, de jabones, de cachimbas, de lámparas... Los vendedores eran muy simpáticos y nos invitaban a ver los artículos que vendían.
El Bazar de las Especias era de mucho menor tamaño que el anterior pero igualmente espectacular. Al entrar, la presentación de los productos, los colores y los olores te atrapaban. Todos los vendedores cantaban sus productos y se nos acercaban sonrientes ofreciéndonos distintos tipos de deliciosos dulces.
Por último, visitamos Santa Sofía. Hoy en día es un museo que ha sido mezquita e iglesia cristiana y tiene una espectacular arquitectura, más si consideramos en el siglo que fue construida.
Nada impidió que pasaramos unas fantásticas vacaciones en esta ciudad turca que consiguió enamorarnos.